Espíritu de la tradición en el cual cifra el riosuceño sus anhelos y sueños de superación.
Epílogo del Carnaval. Se quema una pequeña efigie rellena de Pólvora; la gran efigie es respetada en señal de que en realidad el Diablo no muere: sólo su reinado ha terminado y de esta manera se le conjura a que se vaya.
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